La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, punta de lanza en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado en España, afronta una etapa de incertidumbre. Sus dos máximos responsables operativos, Rafael Yuste y Antonio Balas, abandonarán sus puestos de mando debido a sus respectivos ascensos, dejando vacante la dirección en un momento en el que se instruyen diligencias decisivas que afectan al entorno del Gobierno y a varias tramas de corrupción.

Una salida marcada por el calendario judicial
La marcha de ambos mandos se produce bajo la sombra de la suspicacia por los tiempos elegidos. Rafael Yuste, hasta ahora jefe de la UCO, ha ascendido al empleo de general. Aunque el Ejecutivo tenía margen legal para mantenerlo en su puesto hasta junio de 2026, el relevo se ha ejecutado de manera inmediata sin que hayan trascendido los motivos oficiales para adelantar esta decisión.
Por su parte, Antonio Balas, jefe del Departamento de Delincuencia Económica y figura clave en las investigaciones más complejas, ascenderá a coronel previsiblemente en marzo. Esta fecha coincide con un periodo de alta actividad judicial, donde se esperan avances significativos en causas como la del hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez, el caso de Begoña Gómez o la trama de hidrocarburos vinculada a Víctor de Aldama.
La salida de Balas cobra especial relevancia al recordar las tensiones vividas durante las investigaciones. Su figura ha sido objeto de comentarios hostiles por parte de investigados cercanos a la órbita política, llegando a trascender frases que evidenciaban la incomodidad que generaba su labor investigadora.
Investigaciones inconclusas y el temor a las injerencias
Ambos profesionales abandonan la unidad con el reconocimiento interno del deber cumplido, habiendo instaurado una metodología de trabajo basada en la autonomía y el hermetismo. Bajo su mando, se creó una suerte de “burbuja” diseñada para proteger a los agentes de las filtraciones y de la inmensa presión mediática y política derivada de investigar presuntas tramas de corrupción que tocan el corazón de las instituciones.
Sin embargo, las asociaciones del cuerpo miran con recelo el futuro inmediato. Existe el temor de que este descabezamiento de la unidad pueda abrir la puerta a presiones externas o al nombramiento de sucesores con un perfil más afín a los intereses del Ejecutivo, poniendo en riesgo la independencia demostrada hasta la fecha en casos como el ‘caso Koldo’ o las diligencias sobre el entorno del presidente.
El futuro inmediato de la UCO
La transición no será sencilla. De momento, el coronel Gutiérrez asumirá la jefatura de forma accidental, aunque su situación también es transitoria debido a su propio ascenso. La decisión final sobre quiénes tomarán el relevo recaerá sobre el Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa.

Desde el Gobierno, se defiende la normalidad institucional de estos movimientos, argumentando que los ascensos responden a los ciclos naturales de la carrera militar dentro del Instituto Armado. No obstante, los agentes que permanecen en la unidad, tras meses de trabajo en el ojo del huracán mediático, aguardan con cautela para ver si la nueva dirección mantendrá la línea de rigor e independencia que Yuste y Balas defendieron hasta su último día.