La cúpula nacional, con Feijóo como testigo directo del “escarnio” de las víctimas, ve la dimisión como inevitable, pero teme que forzarla suponga perder el gobierno valenciano.

VALENCIA. El funeral de Estado por las víctimas de la DANA ha supuesto un “antes y un después” en la crisis política de la Comunidad Valenciana. La crudeza de los gritos de “¡Asesino!” o “¡Rata cobarde!” proferidos por los familiares contra el president Carlos Mazón, han convencido a la cúpula del Partido Popular de que su continuidad es insostenible.

El líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, fue testigo directo del escarnio. Sentado a escasas filas de Mazón, escuchó el clamor de las familias, lo que fuentes del partido describen como “una prueba muy dura”. “El jefe vio in situ el dolor de las víctimas”, relata un dirigente, diferenciando la experiencia de ver una protesta por televisión.

Tras la ceremonia, el consenso dentro del PP es unánime: “Si podía haber alguna duda [sobre su continuidad], se disipó”. La opinión mayoritaria, desde Génova a los territorios, es que Mazón “se tiene que ir, y cuanto antes, mejor”.


La encrucijada de Feijóo: El “problema Vox”

A pesar de la convicción interna de que el ciclo de Mazón está agotado —una decisión que Feijóo ya habría tomado tras conocerse la larga comida del president con una periodista el día de la tragedia—, la cúpula del PP se enfrenta a un dilema sin solución fácil. “Si el partido hubiera podido echar a Mazón con facilidad, ya lo habría hecho”, admite una fuente conocedora de la estrategia.

El principal obstáculo tiene nombre: Vox.

Carlos Mazón preside un gobierno de coalición, y cualquier sustituto del PP necesitaría el visto bueno de la formación de extrema derecha para ser investido. Lejos de facilitar una salida, el líder de Vox, Santiago Abascal, ha protagonizado una defensa numantina de Mazón.

Abascal calificó el funeral de “repugnante mascarada” organizada por Moncloa para “conseguir el linchamiento de Carlos Mazón”, llegando a criticar a los populares por estar “atemorizados ante Sánchez” e incluso “sumándose al linchamiento”. Esta postura convierte a Vox en el principal defensor del barón popular y complica cualquier movimiento de Feijóo.

La otra alternativa, convocar elecciones anticipadas, es vista en Génova como “lanzar una moneda al aire”, con el temor de que la izquierda pudiera recuperar el poder.

Ganar tiempo mientras se acerca la “bomba Vilaplana”

Tras el escarnio, el propio Mazón ha anunciado que se toma “un tiempo de reflexión”, aunque su equipo niega que planee dimitir. La estrategia a corto plazo de Génova es “bajar el suflé” y “ganar tiempo”.

Para ello, se ha impulsado la comparecencia de Mazón en las comisiones de investigación de las Cortes Valencianas, el Senado y el Congreso, esta última fijada para el 17 de noviembre.

Sin embargo, el calendario del PP está supeditado a un hito que escapa a su control: la declaración judicial de la periodista Maribel Vilaplana el próximo 3 de noviembre. Lo que la informadora pueda revelar sobre las horas que compartió con Mazón mientras se desataba la tragedia es esperado con “mucha preocupación” tanto en Valencia como en Génova, y podría ser el detonante que haga saltar por los aires el frágil equilibrio que aún sostiene al president.