Se acabó la especulación. Una simple llamada telefónica ha destapado la vergonzosa realidad tras el silencio del Sindicato de Estudiantes (SE) ante el suicidio de Sandra Peña. No es indecisión, es un cínico cálculo político. Mientras sus propias bases claman por una huelga contra el acoso escolar, la cúpula nacional admite, sin pudor, que su prioridad es la guerra contra “la derecha”, dejando a las víctimas del bullying en un indignante segundo plano.
“Lo están aprovechando para meter mensajes de odio”
Esta fue la principal defensa del representante del Sindicato de Estudiantes. No fue una condena al acoso, ni una promesa de acción, ni una muestra de empatía. Fue una queja. Una excusa. Según su lógica, el suicidio de una adolescente no es, en sí mismo, motivo suficiente para una movilización masiva, porque “la derecha” podría “aprovecharlo” para atacarles.
Analicemos la gravedad de esta afirmación. La cúpula del SE admite que su inacción es una estrategia para gestionar su imagen frente a sus adversarios ideológicos. Consideran que una huelga por Sandra Peña, justo después de las movilizaciones por Palestina, les haría parecer débiles o les expondría a críticas. En su tablero de ajedrez político, la vida y el sufrimiento de los estudiantes son piezas de sacrificio. La prioridad no es la justicia para Sandra, sino ganar la batalla de la opinión pública contra un enemigo político. Es una bancarrota moral en toda regla.
La rebelión interna que la cúpula ignora
La parte más reveladora y trágica de la llamada es la voz del estudiante que la realiza. No es un enemigo, no es “la derecha”; es uno de los suyos. Es la voz de las bases, la de los institutos, que está pidiendo a gritos una respuesta. “Querríamos hacer la huelga porque esto es un tema muy serio”, “todos los sindicatos [locales] les estamos pidiendo que por favor convoquen una huelga”, afirma desesperado.

La respuesta de la dirección nacional es darles largas: “estamos negociando, estamos negociando”. ¿Negociando qué? ¿La importancia de la vida de una niña? La transcripción confirma una fractura total: mientras los estudiantes de a pie sienten la urgencia y la necesidad de actuar, la élite del sindicato está paralizada por el miedo a la crítica política. La cúpula no solo está desconectada de la realidad de las aulas, sino que está silenciando y frenando activamente el deseo de sus propios miembros de luchar por lo que es justo.
“Esto no va de política”
“¿De verdad estás priorizando eso?”, pregunta el estudiante en la llamada, con una mezcla de incredulidad y hartazgo. Esa es la cuestión fundamental. El Sindicato de Estudiantes ha convertido una tragedia humana en un problema político. Han creado una falsa dicotomía donde parece que hay que elegir entre defender a las víctimas de acoso o defenderse de la derecha.
Es una trampa retórica inaceptable. Luchar contra el acoso escolar no es de izquierdas ni de derechas; es una obligación humana y la razón de ser de cualquier organización que presuma de defender a los estudiantes. Al priorizar su guerra cultural, el SE abandona a los vulnerables y demuestra que su “lucha” es selectiva. Solo se movilizan por las víctimas que encajan en su guion ideológico. Sandra Peña, al parecer, no les sirve.
La llamada es una prueba irrefutable. El Sindicato de Estudiantes ha decidido que proteger su trinchera política es más importante que proteger a los estudiantes en sus pupitres. Si no van a luchar por una niña que se quitó la vida por el acoso de sus compañeros, ¿para qué sirven exactamente?
Información extraída del video de Raulgb_02
he tenido que ser objetivo para el artículo, pero en los comentarios no me voy a callar, es increíble que el sindicato, que fué creado como movimiento estudantil, se niegue porque no hay presupuesto, “ya que la derecha la usando para crear odio”, aquí se debería dejar atrás la política e idelogía a un lado, y luchar los dos bandos ideológicos de España, en contra de lo mismo