MADRID. — El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) afronta su momento más crítico de la última década. Según las últimas estimaciones demoscópicas publicadas este domingo, la formación liderada por Pedro Sánchez habría sufrido un derrumbe electoral sin precedentes, perdiendo su condición de fuerza hegemónica nacional y cayendo hasta una horquilla cercana a los 103 escaños. Este retroceso, que aleja a los socialistas de cualquier posibilidad de reeditar una mayoría de gobierno, confirma el cambio de ciclo político en España y dibuja un mapa donde el PSOE se desdibuja como partido vertebrador del Estado.

La noticia, adelantada por fuentes demoscópicas y analizada en profundidad por The Objective, señala que el desgaste ya no es solo un problema de alianzas parlamentarias, sino una crisis estructural de marca. El partido no solo retrocede en sus feudos tradicionales, sino que se desploma en circunscripciones clave donde históricamente disputaba la victoria al Partido Popular.

La tormenta perfecta: corrupción y desgaste interno

El análisis de los datos sugiere que la caída libre del PSOE responde a una “tormenta perfecta” que ha estallado en este final de 2025. A la ya conocida erosión por la gestión de la amnistía y las concesiones a los socios independentistas, se ha sumado en las últimas semanas una cascada de escándalos que ha impactado directamente en la línea de flotación de la organización.

Las investigaciones judiciales en curso sobre tramas de corrupción vinculadas a antiguos altos cargos del Ministerio de Transportes, sumadas a las recientes denuncias internas por acoso sexual que han salpicado a dirigentes territoriales y nacionales, han desactivado la movilización del electorado progresista. Según el desglose de los datos, la transferencia de voto hacia la abstención es masiva, mientras que una parte significativa de su electorado urbano comienza a migrar hacia otras opciones de izquierda o hacia el voto de castigo.

Crisis territorial y elecciones en Extremadura

El síntoma más inmediato de este colapso nacional se vive hoy mismo en Extremadura, donde se celebran elecciones autonómicas. Los sondeos a pie de urna y las proyecciones internas apuntan a que el socialismo extremeño, otrora un granero de votos inexpugnable, podría sufrir un severo correctivo. Una derrota en este feudo histórico no solo tendría consecuencias regionales, sino que se interpretaría como la certificación del fin del PSOE como partido de amplias mayorías nacionales.

La pérdida de capilaridad territorial es el dato que más preocupa en Ferraz. Si se confirman los 103 escaños proyectados, el PSOE quedaría en una situación de extrema debilidad, incapaz de articular una respuesta política frente a un bloque de centro-derecha que roza la mayoría absoluta. Además, la relación con sus socios de coalición, Sumar, y sus aliados parlamentarios (ERC, Bildu y PNV) se ha tensado hasta el límite, con acusaciones cruzadas de “bunkerización” y falta de respuestas ante los escándalos que cercan al Ejecutivo.

La dirección socialista intenta cerrar filas apelando a la resistencia y denunciando una campaña de acoso y derribo, pero los números publicados hoy reflejan que la crisis ha traspasado los muros del Palacio de la Moncloa para instalarse en la percepción de la ciudadanía. El PSOE, tal y como lo conocemos, se enfrenta al riesgo real de dejar de ser el partido que más se parece a España para convertirse en una fuerza menguante y replegada.