La legislatura navega por dos corrientes opuestas. En la superficie, el Congreso de los Diputados es escenario de un choque frontal entre el Gobierno de coalición y sus socios de investidura independentistas. Sin embargo, bajo la agitación de las votaciones fallidas y la retórica encendida, el hilo de comunicación entre el Palacio de la Moncloa y Waterloo no se ha roto.

Fuentes conocedoras de la situación confirman que las negociaciones continúan activas, trasladándose de los focos mediáticos de Madrid a la discreción de Suiza, con el objetivo de salvar la legislatura y explorar vías para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.

La estrategia de la tensión controlada

La reciente negativa de Junts per Catalunya a apoyar la senda de déficit —paso previo indispensable para las cuentas públicas— escenificó una ruptura que muchos interpretaron como el punto final de la colaboración parlamentaria. No obstante, esta distancia pública responde a una necesidad estratégica de ambas partes.

Para la formación posconvergente, es vital demostrar a su electorado que no son una muleta incondicional del PSOE, especialmente en un contexto de competencia política en Cataluña. Por su parte, el Ejecutivo intenta no mostrar debilidad, asumiendo el desgaste de las votaciones perdidas mientras mantiene la maquinaria diplomática funcionando en la sombra. La premisa es clara: la supervivencia del Gobierno depende de mantener abierto el canal de diálogo, por muy deteriorado que parezca desde fuera.

Cita en Ginebra

El mecanismo de verificación internacional sigue siendo la pieza clave de este tablero. A principios de este mes de diciembre, se habría producido un nuevo encuentro presencial en Ginebra (Suiza).

En dicha reunión, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, figura clave en la interlocución con el independentismo, habría retomado el contacto directo con la cúpula de Junts. El objetivo de estos encuentros es doble: por un lado, “desinflamar” las heridas abiertas por los recientes choques parlamentarios y, por otro, evaluar si existe margen real para reconducir la legislatura antes de que la parálisis legislativa se vuelva irreversible.

Negociar al borde del abismo

La situación actual se define por una negociación de máximos en un clima de desconfianza mutua. Junts sigue exigiendo el cumplimiento íntegro de los acuerdos de investidura, poniendo el foco en la financiación singular y las competencias en inmigración, mientras que Moncloa trata de ganar tiempo, fiando su estabilidad a la capacidad de resistencia y a la falta de alternativas viables para una moción de censura.

A pesar del ruido mediático y las declaraciones cruzadas que sugieren un divorcio político, la realidad entre bambalinas indica que ninguno de los dos actores ha decidido levantarse definitivamente de la mesa. La negociación en la sombra continúa, convirtiéndose en el único respiradero para una legislatura que vive permanentemente en el alambre.