Madrid. — El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha protagonizado este lunes un balance de fin de año marcado por una atmósfera de resistencia numantina. Lejos de ceder a las presiones de la oposición y a las crecientes dudas de sus propios socios parlamentarios, el líder del Ejecutivo ha reafirmado su intención de mantenerse en el poder hasta el final de la legislatura en 2027. En una comparecencia desde el Palacio de la Moncloa, Sánchez ha tratado de blindar su mandato frente a la tormenta política desatada por las tramas de corrupción y los recientes casos de acoso sexual que sacuden al PSOE.

“Determinación” frente al “abatimiento”

El escenario político actual es inédito en la etapa sanchista. El ánimo en las filas socialistas se describe internamente como de “abatimiento” ante el goteo incesante de informaciones que afectan a la credibilidad del partido y del Gobierno. Sin embargo, Sánchez ha optado por una huida hacia delante, asegurando sentirse “cargado de determinación, convicción y energía” para afrontar lo que denomina la “segunda parte de la legislatura”.

El jefe del Ejecutivo ha reconocido que el contexto “no es fácil”, pero ha rechazado categóricamente la posibilidad de un adelanto electoral. Su estrategia pasa por minimizar la crisis interna y proyectar una imagen de fortaleza institucional, argumentando que su Gobierno ha actuado con “contundencia” ante las irregularidades, en contraste con lo que califica como la inacción de la derecha.

La estrategia del “fango” y los “Torquemadas”

Para contrarrestar el desgaste, Sánchez ha recuperado y endurecido su retórica contra la oposición y los medios críticos. En su discurso, ha vuelto a denunciar la existencia de una “máquina del fango”, un argumento que ya utilizó en su periodo de reflexión de abril de 2024. El presidente ha acusado a sus detractores de comportarse como “Torquemadas”, en una clara alusión a una inquisición política que, según él, busca derribar a su Ejecutivo mediante “acoso y mentiras” en lugar de propuestas legítimas.

Grietas en el bloque de investidura

La viabilidad del mandato hasta 2027, no obstante, no depende solo de la voluntad del presidente. La erosión política ha comenzado a hacer mella en la confianza de los socios de investidura. Formaciones clave como el PNV han empezado a mostrar públicamente su escepticismo sobre la sostenibilidad de la legislatura si los escándalos continúan acorralando al PSOE. Las dudas sobre si el Gobierno podrá mantener su estabilidad parlamentaria crecen, mientras la oposición intensifica su exigencia de devolver la voz a los ciudadanos.

A pesar de este aislamiento progresivo, Sánchez insiste en su hoja de ruta, prometiendo “dar lo mejor” de su Gabinete en los próximos años y desdeñando las voces que, tanto desde la oposición como desde sectores de la Iglesia, sugieren que su tiempo político se ha agotado.