La salida de Carlos Mazón obliga a los socios de gobierno a una negociación discreta para encontrar un sustituto, pero las exigencias de Vox sobre inmigración tensan el acuerdo.

La sorpresiva salida de Carlos Mazón de la presidencia de la Generalitat Valenciana ha sumido a la coalición de gobierno del Partido Popular y Vox en una crisis inesperada y en una negociación contrarreloj. Ambas formaciones han iniciado contactos discretos para designar un sustituto y garantizar la estabilidad del ejecutivo, aunque el camino se presenta complicado.

Según fuentes cercanas a las conversaciones, la primera toma de contacto ya ha evidenciado las profundas diferencias entre los socios. Vox, consciente de su papel clave para mantener la mayoría, ha exigido al PP que designe un candidato a la presidencia de forma inmediata, buscando marcar el ritmo de la negociación.


El principal escollo: los menores migrantes

Más allá de los nombres o el reparto de poder, el verdadero nudo gordiano de la negociación reside en las políticas de fondo. El principal escollo que atasca el acuerdo es la gestión de los menores migrantes no acompañados.

Vox ha puesto sobre la mesa una serie de exigencias de línea dura en materia de inmigración, centrando sus demandas en un endurecimiento de las políticas autonómicas hacia este colectivo. Esta postura choca frontalmente con la del Partido Popular, que se debate entre la necesidad de mantener el apoyo de su socio y las limitaciones legales y humanitarias de la gestión migratoria.

Las negociaciones, que se están llevando con gran secretismo, buscan evitar una parálisis institucional. Sin embargo, la firmeza de Vox en este punto amenaza con dinamitar un acuerdo rápido.


Un escenario de incertidumbre

El PP se encuentra en la delicada posición de tener que buscar un nuevo líder para el Consell que no solo genere consenso interno, sino que también sea aceptado por Vox. Cualquier candidato que presenten los populares será examinado con lupa por sus socios, que ya han advertido que no darán un cheque en blanco.

La presión es máxima. Si las negociaciones se enquistan, la Comunidad Valenciana podría enfrentarse a un escenario de bloqueo institucional. Los próximos días serán decisivos para determinar si el PP logra reconducir la crisis cediendo parcialmente a las exigencias de Vox o si la coalición se ve abocada a una fractura de consecuencias imprevisibles.