La formación anuncia que votará en contra de todas las iniciativas del Ejecutivo en el Congreso, sumiendo la legislatura en una nueva crisis de estabilidad.


El tablero político ha sufrido una fuerte sacudida este viernes. Junts per Catalunya ha elevado su pulso contra el Gobierno al anunciar que bloqueará todas las leyes que el Ejecutivo lleve al Congreso de los Diputados. Esta decisión representa una escalada de presión que amenaza con paralizar por completo la agenda legislativa y abre un escenario de máxima incertidumbre para lo que resta de legislatura.

La advertencia es contundente: la formación ha comunicado que su voto será negativo para cualquier propuesta que provenga del Gobierno de coalición, sin distinción. Este movimiento pone en jaque la viabilidad de leyes clave, incluyendo la crucial negociación de los Presupuestos Generales del Estado, que ya se anticipaba compleja.

El órdago de Junts llega en un momento de extrema delicadeza para el Ejecutivo. La decisión dinamita la “falsa apariencia de normalidad” que el Gobierno intentaba proyectar, mientras lidia internamente con otros asuntos complejos, como investigaciones en curso y cuestiones sobre la gestión de pagos.

Desde las filas del Partido Socialista (PSOE), la reacción no se ha hecho esperar. Fuentes del partido principal del Gobierno interpretan la drástica postura de Junts como una reacción directa a su situación en las próximas encuestas. Consideran que se trata de una maniobra táctica para ganar visibilidad y marcar perfil propio ante su electorado, más que un desacuerdo de fondo insalvable.

Con este nuevo frente abierto, la gobernabilidad se complica exponencialmente. El Gobierno se ve abocado a una negociación constante y mucho más reñida con el resto de sus socios parlamentarios para cada votación, en un clima de desconfianza que pone en duda la capacidad del Ejecutivo para agotar la legislatura.